carta de amor: te acepto y te amo
te acepto y te amo
A pesar de estar juntos de toda la vida, siempre hemos sido como dos
extraños, ajenos entre nosotros. Te veía y pensaba “Esa no soy yo, yo
no puedo ser así”, era como verme desde afuera, sin sentirme nunca
dentro mío, dejándote siempre a la deriva.
Siempre me jacté de mi mente y mi razón, me decía que no necesitaba
un cuerpo (y menos uno bonito) si tenía una mente por encima de la
media. Me creía tan original, tan auténtica, tan por encima de todos y
la verdad es que algo me faltaba. Pasamos épocas oscuras en las que
vivía en una constante guerra contigo, en la que te miraba con desdén,
con lástima, con odio y no era capaz de apreciar todo lo que hacías por
mi. Esos años ahora me parecen un limbo, pero me permiten ahora darte
todavía más valor.
Tuve que pasar por mucho para estar consciente de ti, para
percibirte, conocerte, sentirte… De repente los ojos no eran la única
manera de relacionarnos como había sido para mi hasta ese momento, y a
pesar de querer reconciliarme contigo, me fue muy difícil, incluso en
mis épocas más optimistas.
Siempre pensé que sólo servías, pero ahora sé que más que eso, eres.
Soy. Somos. Me diste la experiencia de sentir con cada fibra tuya como
otro cuerpo se formaba, crecía, se movía. Te transformaste y no tuviste
miedo. Floreciste, gritaste muy fuerte, me gritaste a mi que ese eras
tú, que somos tú y yo. Y aún en esos momentos de salvaje y total
naturalidad e instinto, me daba miedo verte, no sabía qué sentir frente a
ti.
Ha pasado poco más de un año desde entonces, y con ello me has
demostrado tu fuerza, tu poder; eres el único que no me deja caer jamás,
aunque mi ánimo esté por los suelos, aunque a veces el corazón deseara
salir huyendo, siempre fuiste fuerte, siempre respondiste al deber. Hoy
te siento, te veo, te percibo, hoy te acepto como eres, con cada línea,
cada pliego de piel, cada vello, lunar, cicatriz…y hoy después de darme
cuenta de todo lo que hemos vivido juntos, te acepto y te amo. Hoy me
veo grande, orgullosa, fuerte, elegante, majestuosa, hoy siento con cada
poro y soy feliz. Hoy soy capaz de tomar mejores decisiones para mi,
porque ya no me siento excluida. Ya tengo una voz, ya estoy completa. Ya
vivo a plenitud.
(Milagros Ríos)
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